¡Bienvenidos a nuestra bodega!

Los cipreses que dan nombre a nuestra bodega son un símbolo de bienvenida y hospitalidad.

Hace más de 300 años, alguien plantó en este valle de Chantada, en la Ribeira Sacra do Miño, dos cipreses: anunciaban posada y ofrecían a los caminantes un vaso de vino. 

Hoy, tras proteger a muchas generaciones de viticultores, estos dos espectaculares árboles dan nombre a nuestra bodega familiar y presiden nuestro enclave: una ladera de viñedos que descienden vertiginosos hacia el río Miño. De la dureza del trabajo en estas escarpadas tierras da fe el nombre de uno de nuestros viñedos, “O Inferno”.

Enoturismo Ribeira Sacra
Sala de catas de Os Cipreses.

Cuando nuestra familia recogió el testigo de los viticultores que, durante generaciones, cuidaron de lo que hoy son nuestros viñedos, tenía claro que preservar esa tradición y ese amor por la tierra sería una de sus prioridades. No en vano formamos parte de una de las zonas vitivinícolas más especiales del mundo: la Ribeira Sacra.

Somos una bodega con fuertes raíces y tradición vitícola familiar. Compramos Os Cipreses en 1989 y restauramos totalmente la bodega para convertirla en el reflejo de lo que somos: una familia que cree en la tradición pero que la integra en los nuevos tiempos. Hicimos nuestro primer vino en 1991, una cosecha reducida porque todavía estábamos recuperando los viñedos de la finca, que estaban totalmente abandonados. Y, desde entonces, poco ha cambiado la visión que teníamos para Os Cipreses: hacer vinos de calidad; generar unión y valor en la zona; mantener nuestra cultura y nuestra tradición; ser auténticos y respetar nuestro terruño. 

Fuimos una de las primeras bodegas en formar parte de la Denominación de Origen Ribeira Sacra, porque creemos firmemente en el trabajo en equipo y en el valor de nuestra tierra y nuestros vinos. Por eso continuamos mimando los viñedos como se hacía antiguamente, preservando el trabajo manual, el cuidado esmerado del viñedo y el respeto a nuestra tierra.

Nuestro empeño en mantener parcelas en las que conviven diferentes variedades plantadas antiguamente y una viticultura totalmente manual nos permite crear vinos con un marcado carácter personal.